Insuficiencia renal ligera

Dieta en la insuficiencia renal

¿Qué es la insuficiencia renal?

La insuficiencia renal consiste en la pérdida total o parcial de la función renal. Puede ocurrir de forma aguda o bien crónica. La función principal del riñón consiste en «aclarar» la sangre de productos finales del metabolismo y en regular el volumen de líquidos corporales. Conlleva una alteración en la regulación del medio interno, principalmente con retención de líquidos y minerales, y un acúmulo de productos de desecho (urea, creatinina, ácido úrico…). Los productos nitrogenados derivan principalmente del metabolismo de las proteínas. Nos referiremos a la dieta de la insuficiencia renal crónica.

Valores normales
Urea

Creatinina
Aclaramiento renal

Órganos que pueden verse afectados.

Sistema nervioso
Afectación cerebral (encefalopatía) y de los nervios
periféricos (neuropatía)

Sangre
Anemia, alteración de las plaquetas, inmunodepresión

Sistema cardiovascular
Hipertensión, insuficiencia cardíaca, arterosclerosis
coronaria, arritmias

Aparato digestivo
Hemorragia digestiva, gastritis

Hueso
Osteodistrofia renal, depósitos de calcio fuera de los
huesos

Sistema endocrino
Colesterol y/o triglicéridos elevados, diabetes, impotencia
sexual, infertilidad

Trastornos del medio interno
Alteraciones de los electrolitos en la sangre: sodio bajo,
potasio elevado, fósforo elevado, calcio bajo, magnesio
elevado.

¿Cómo puede influir la dieta en la insuficiencia renal crónica?

El tratamiento dietético es un elemento fundamental en el manejo conservador de la enfermedad renal. Mientras que la restricción proteica puede retrasar la evolución y minimizar el síndrome urémico, un estado de malnutrición va a ser un importante factor pronóstico de las complicaciones y la mortalidad.

¿Cómo debe plantearse la dieta en la insuficiencia renal?

Las necesidades energéticas son similares a las de las personas sanas. Deben cubrirse adecuadamente para evitar el consumo de energía a partir de los músculos. Aproximadamente son unas 35 kcal/kg. de peso corporal y día. P.ej. para un hombre de 75 kg sería 75*35=2625 kcal, y para una mujer de 60 kg: 2100 kcal. En los pacientes obesos, la restricción calórica debe ser moderada y prudente (de 250-500 kcal/día). En situaciones de desnutrición, estrés, etc. se debe alcanzar 40-45 kcal por kg y día.

La restricción de proteínas puede mejorar la clínica del síndrome urémico, e incluso se ha visto que puede enlentecer la progresión inevitable de la insuficiencia renal crónica hacia la diálisis ó trasplante renal.

Las recomendaciones para pacientes con insuficiencia renal leve no varían respecto a las de la población general, es decir de 0,8 g/kg. de peso y día. Lo que ocurre es que la población en general consume un exceso de proteínas

Se basaría fundamentalmente en escoger menor
cantidad de proteínas (segundos platos), seleccionando piezas
medianas ó pequeñas de carne ó pescado y no picotear alimentos
ricos en proteínas (frutos secos).

Cuando la función renal se ha deteriorado de forma importante (concretamente menos de un cuarto de la función máxima),
restricción de proteínas a 0,6 g/kg. de peso
corporal (aproximadamente 40 gr. para una persona de 70 kg.),
que son más estrictas, y a muchas veces difíciles de realizar.

Del total de las proteínas, un 60-70% deberían ser de alto valor biológico (clara de huevo, leche) y por tanto, ricas en aminoácidos esenciales. Se ha propuesto el uso de dietas muy bajas en proteínas (20 gr/día) complementando a las mismas con aminoácidos esenciales y análogos de aminoácidos que pueden disminuir la producción de productos nitrogenados tóxicos.

Grasas y carbohidratos
El alcanzar el requerimiento necesario de energía para evitar la malnutrición calórica, se realiza por medio de grasas y carbohidratos. En cuanto a los carbohidratos aportarán aproximadamente un 45-55% del total de calorías de la dieta, dando preferencia a los carbohidratos complejos, las grasas aproximadamente un 35-45% del total de las calorías, la mayoría insaturadas.

Grasas
La aparición de alteraciones en los lípidos en la sangre, puede requerir la disminución de la grasa a un 30% del valor calórico de la dieta, con disminución de la ingesta de ácidos grasos saturados y de la cantidad de colesterol (300 mg/día). Hay que considerar que en la insuficiencia renal hay alto riesgo de arteriosclerosis y de muerte por enfermedad cardiovascular, por lo que es importante controlar este factor de riesgo.

¿Y qué ocurre con el agua y el sodio?
Generalmente el agua no se restringe hasta fases muy avanzadas de la insuficiencia renal crónica, siendo mucho más importante restringir el sodio. El agua debe restringirse junto con el sodio cuando existe retención excesiva de líquidos.
El sodio debe restringirse a niveles capaces de evitar la aparición de retención de líquidos o hipertensión arterial, pero no debe restringirse en exceso, ya que es más peligrosa una deshidratación que una ligera retención de líquidos. El sodio está presente fundamentalmente en la sal común y alimentos ricos en sal ó determinados conservantes: jamón serrano, tocino, bacon, embutidos, pescado seco, carnes saladas, mariscos, sopas preparadas, zumos envasados,…

¿Y con el potasio?
En cuanto al potasio, la capacidad de eliminar el mismo disminuye en las fases terminales de la insuficiencia renal crónica, por lo que se debe restringir su ingestión en la dieta. Destacan en general las frutas y vegetales. También algunas maniobras culinarias pueden disminuir el potasio de los alimentos (hervido, remojo, etc.)

Calcio, fósforo, vitamina D
Es importante limitar la ingesta de fósforo, teniendo en cuenta que al disminuir las proteínas ya se disminuye el aporte de fósforo. El calcio disminuye al elevarse el fósforo, y también porque se absorbe en menor cantidad en el intestino (por fallo de la vitamina D, que se debe activar en el riñón). Cuando la función renal es mínima, se usan sales de calcio que además de aportar calcio, «fijan» el fósforo e impiden que éste se absorba.

Otros minerales y vitaminas
El hierro puede ser necesario suplementarlo debido a que está presente sobre todo en alimentos proteicos, pero es preciso individualizar, al igual que el calcio. Cuando el aporte de proteínas es bajo (< 0,6 g/kg. de peso y día) la dieta aporta menor cantidad de ciertos tipos de vitaminas hidrosolubles: tiamina, riboflavina, niacina y ácido fólico por lo que se aconseja suplementarlas.

Revisado y adaptado por M. Amparo Pérez Benajas Doctora en Farmacia
Fuente: Unidad de Nutrición y Dietética Clínica.Hospital Universitario La Paz. Madrid

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Esta entrada fue publicada martes, 8 de julio de 2014 a las 3:07 pm y esta en la categoría NutriFarmacia. Puedes seguir los comentarios a esta entrada a través de el RSS 2.0 feed. Puedes dejar un comentario, o hacer un trackback desde tu web.

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