Inteligencia Artificial y Farmacia Comunitaria: Reflexiones desde la FIP 2025

María Amparo Pérez Benajas, PhD
Farmacéutica comunitaria en Valencia – Delegada en FIP 2025

La jornada sobre ciencia digital en el Congreso de la FIP 2025 ha mostrado un mensaje claro: la inteligencia artificial (IA) no es un futuro lejano, sino una herramienta presente que debe integrarse en la práctica farmacéutica. Desde la perspectiva de la farmacia comunitaria española, estas innovaciones deben analizarse con una mirada ética y práctica.

El farmacéutico como “human looker”

La digitalización multiplica datos, automatiza dispensaciones y predice tendencias. Sin embargo, la verdadera aportación del farmacéutico no será competir con las máquinas en cálculos o rutinas, sino convertirse en el “human looker”: aquel que interpreta la información desde la empatía, el juicio clínico y el respeto a la vulnerabilidad del paciente.

Comunicación y pacientes invisibles

Los chatbots y avatares ofrecen nuevas vías de comunicación con personas mayores, aisladas o con dificultades cognitivas. La IA puede detectar patrones de recogida irregular de medicación y enviar recordatorios personalizados. No obstante, el farmacéutico sigue siendo la garantía de que esas alertas se traduzcan en un acompañamiento humano que evite la invisibilidad del paciente en el sistema.

Integración holística de la información

Uno de los grandes retos es la fragmentación: hospital, primaria y farmacia funcionan en silos. La IA, mediante APIs y sistemas interoperables, puede integrar historias clínicas, tratamientos y resultados de laboratorio, ofreciendo una visión completa del paciente. Así, se evita que el paciente “borroso” quede atrapado en la burocracia, y se cumple con el principio de beneficencia: actuar siempre por su bien.

Equidad y recursos

Los recientes desabastecimientos de fármacos para la diabetes han mostrado cómo la lógica del mercado puede causar daño. La IA puede anticipar crisis de suministro, mejorar la trazabilidad y orientar la distribución justa de medicamentos. En este sentido, la IA se convierte en una herramienta para la no maleficencia, evitando que los pacientes económicamente desprotegidos sufran consecuencias de fallos sistémicos.

Autonomía del paciente

Demasiadas veces el sistema responsabiliza al “paciente culpable” de su incumplimiento terapéutico. Un asistente de IA ético puede ofrecer información fiable, resolver dudas sobre genéricos, efectos adversos o interacciones, y reforzar la capacidad del paciente para tomar decisiones informadas. Esto promueve una autonomía real, más allá del simple cumplimiento formal.

Una farmacia comunitaria digital y ética

En mi propia farmacia en Valencia ya hemos avanzado con servicios profesionales conectados a plataformas digitales, reservas online de citas (Booksy), y estrategias de comunicación mensual con pacientes. La integración de IA en estos procesos no es un fin en sí mismo, sino un medio para garantizar que la socio-disponibilidad del medicamento sea efectiva: que el fármaco no solo esté físicamente disponible, sino también accesible en términos sociales, culturales y económicos.

Conclusión

La IA no sustituirá al farmacéutico comunitario. Al contrario, le permitirá reforzar su papel como garante de equidad, beneficencia, autonomía y no maleficencia en el cuidado del paciente. La reflexión bioética nos recuerda que la tecnología debe estar siempre al servicio de las personas. La farmacia comunitaria del futuro será digital, sí, pero sobre todo será humana y ética.

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Esta entrada fue publicada lunes, 8 de septiembre de 2025 a las 11:47 am y esta en la categoría PharmaCare. Puedes seguir los comentarios a esta entrada a través de el RSS 2.0 feed. Puedes dejar un comentario, o hacer un trackback desde tu web.

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