Este mes he tenido la oportunidad de participar en el Congreso Mundial de la Federación Internacional de Farmacia (FIP 2025), celebrado en Copenhague. Un encuentro que reúne a profesionales de todos los continentes y que, este año, ha puesto un énfasis especial en los retos de la farmacia comunitaria ante la inteligencia artificial, la adherencia a los tratamientos y la justicia en el acceso a la medicación.
En este contexto presenté nuestro póster titulado “Dilemas éticos en la dispensación de medicación del sistema nervioso: justicia, socio-disponibilidad y adherencia”. El trabajo recoge nuestra experiencia en la farmacia comunitaria de Valencia con el servicio de Sistemas Personalizados de Dosificación (SPD), una herramienta que está transformando la manera en que acompañamos a nuestros pacientes, especialmente a aquellos en situación de vulnerabilidad.
Adherencia y vulnerabilidad: un reto real en el mostrador
Uno de los principales hallazgos de nuestro estudio fue la clara relación entre la dificultad para gestionar la medicación y el uso de fármacos del sistema nervioso (ansiolíticos, antidepresivos, anticonvulsivantes, entre otros). Cada medicamento adicional en esta categoría incrementaba notablemente la percepción de dificultad del paciente para seguir su tratamiento.
Esto es especialmente preocupante en colectivos frágiles: personas mayores, polimedicadas, o con problemas de memoria y deterioro cognitivo. Para ellos, la adherencia no es un simple asunto de voluntad; es un desafío condicionado por la complejidad de la pauta, los efectos secundarios y, en muchos casos, por la soledad o la falta de apoyo familiar.
Aquí es donde el SPD marca la diferencia: convierte un esquema terapéutico complejo en un sistema claro, organizado y accesible. Los datos son contundentes: con SPD la adherencia puede alcanzar un 98,9%, frente al 73,5% en la atención estándar.
El servicio SPD: más allá de un pastillero
En nuestra farmacia entendemos el SPD no solo como un recurso técnico, sino como un acto ético de cuidado. Supone dedicar tiempo a conocer al paciente, sus rutinas, sus miedos y sus limitaciones. Implica revisar cada tratamiento con rigor profesional, coordinar con el médico cuando es necesario y asegurarnos de que la persona pueda usar su medicación de forma efectiva y segura.
Este servicio cobra aún más relevancia en pacientes con enfermedades del sistema nervioso central, ya que son precisamente quienes más riesgo tienen de olvidar tomas, duplicarlas o abandonar el tratamiento. En muchos casos, el SPD se convierte en un aliado para recuperar la confianza y la estabilidad en su vida diaria.
Los pacientes como centro de la atención
Pharmacare es nuestra marca: los pacientes son el centro de la atención farmacéutica. El SPD nos permite pasar de una dispensación pasiva a una atención proactiva, donde identificamos a los llamados pacientes invisibles: aquellos que, a pesar de tener acceso físico al medicamento, no logran utilizarlo adecuadamente por sus circunstancias personales.
Para nosotros, cada paciente es único. Por eso, el servicio de SPD no es un estándar uniforme, sino una herramienta flexible que adaptamos según las necesidades: desde mayores con deterioro cognitivo hasta personas con tratamientos complejos por enfermedades neurológicas o psiquiátricas. En todos los casos, el objetivo es el mismo: garantizar que el medicamento no solo esté disponible, sino que sea realmente accesible y útil para la salud del paciente.
Mirando al futuro: farmacia ética y sostenible
El debate en la FIP 2025 reforzó una idea que compartimos plenamente: el futuro de la farmacia comunitaria pasa por integrar los principios bioéticos en cada decisión del mostrador. Justicia, beneficencia, autonomía y no maleficencia no son conceptos abstractos, sino guías prácticas que nos recuerdan que detrás de cada receta hay una persona con una historia y unas vulnerabilidades concretas.
El SPD es un ejemplo perfecto de cómo un servicio profesional puede materializar estos principios: promueve la justicia al reducir desigualdades en el acceso funcional al medicamento; ejerce la beneficencia al mejorar la adherencia y, con ello, la salud; respeta la autonomía al facilitar que el paciente gestione mejor su tratamiento; y previene daños asociados a errores o abandonos.
Mi paso por el Congreso de Copenhague ha sido inspirador. Presentar nuestro trabajo y debatir con colegas de todo el mundo me reafirma en que la farmacia comunitaria tiene un papel insustituible en el cuidado de los pacientes vulnerables.
El servicio SPD no es solo un dispositivo práctico, es un compromiso ético y profesional con nuestros pacientes. Una herramienta que nos recuerda que, en el corazón de la farmacia, no están los medicamentos, sino las personas.
Dra M Amparo Pérez Benajas.
PharmD | Clinical Nutritionist | Specialist in Oncological Nutrition, Pharm Bioethics & Public Health | EMBA EDEM
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Tags: BIOETICA
Esta entrada fue publicada lunes, 8 de septiembre de 2025 a las 10:46 am y esta en la categoría PharmaCare. Puedes seguir los comentarios a esta entrada a través de el RSS 2.0 feed. Puedes dejar un comentario, o hacer un trackback desde tu web.